La necesidad de agradar siempre a los demás, el temor a fallar a la otra persona o el pensamiento de poder parecer un egoísta son algunos de los principales motivos por los cuales nos cuesta mucho trabajo decir “No” ante peticiones externas pero, ¿Es esto algo relacionado con la educación o la personalidad? A decir verdad, ambas cosas influyen, echemos la vista unos años atrás; Cuando éramos pequeños aprendimos que decir que no a algo era malo, por ejemplo, cuando la abuela te pedía un beso y tú decías que no tus padres te reñían, cuando el profesor te decía que hicieras las tareas y tú decías que no, eras castigado sin recreo, cuando te pedían que comieras X alimento y tú te negabas, te amenazaban con dártelo para merendar, por lo que no es difícil de entender que a día de hoy, en el presente, nos cuesta decir que no puesto que, culturalmente, hemos aprendido que la respuesta negativa ante alguna petición externa es ampliamente castigada.
Cuando una persona nos pide algo sabemos que esa persona espera algo de nosotros, por lo que si no queremos hacerlo es muy probable que entremos en un conflicto interno entre lo que yo deseo y lo que supuestamente debo hacer para contentar a la otra persona y mantener, de esta manera, lo que él o ella piensa sobre mí. Aprender a pronunciar esta pequeña palabra requiere de un gran entrenamiento mental. Resulta complicado decir “NO” porque sabemos que quien nos pide un favor espera algo de nosotros y no siempre estamos dispuestos a defraudar a los demás. La incapacidad de decir “NO” nace de la culpa de fallar a otra persona.
Las personas con buena autoestima y buenas habilidades asertivas (habilidades sociales que te ayudan a manifestar tus emociones, pensamientos y creencias de forma educada y respetuosa) son capaces de decir que no sin una gran complicación pero, si este no es nuestro caso, pueden ocurrir dos cosas; que cedamos siempre a pesar de que no deseemos hacerlo o que nos armemos de valor y digamos que no pero al alto precio de sufrir una gran sensación y culpabilidad y remordimientos al creer que hemos fallado al otro. Si cedemos siempre las consecuencias a largo plazo serán sentimientos de estar agotado mentalmente, sensación de frustración, de irritabilidad y lo que comúnmente escuchamos los profesionales en terapia “Estoy para todo el mundo y nadie está para mí”.
La importancia de decir que no a tiempo radica en la necesidad de atender nuestras propias necesidades en primer lugar frente a las del resto de personas; esto no quiere decir que no podamos hacer favores o ceder en muchas ocasiones, algo que lógicamente es normal y adecuado en las relaciones sociales, sino que debemos encontrar el equilibrio entre satisfacernos siempre a nosotros mismos y satisfacer siempre a los demás.
- ¿Por qué decir “No” si deseo decir “No”?: Porque no puedes complacer a todo el mundo, y si lo intentas conseguirás en poco tiempo un estado de agotamiento físico y mental poco recomendable, porque no puedes quedar bien con todo el mundo y si lo intentas posiblemente acabes quedando mal contigo mismo al verte en la situación de estar haciendo y/o comportándote de una manera diferente a cómo desearías y porque tus necesidades son tu prioridad por delante de las de los demás pudiendo, como ya hemos dicho, ayudar, ceder, acompañar, facilitar las peticiones de los demás pero siempre y cuando no nos abandonemos a nosotros mismos.
- ¿Para qué decir “No”?: Para aumentar tu autoestima y tu autoconfianza, para liberarte de aquellas tensiones que no estás dispuesto a soportar, para sentirte libre de decidir qué quieres hacer y que no quieres hacer.
Si te gustaría ser capaz de decir que no en muchas ocasiones y no te sientes capaz no te preocupes en exceso, del mismo modo que otro tipo de habilidades sociales, esta habilidad también se puede entrenar; veamos algunos consejos que pueden ayudarte en la labor:
- Explora tus límites. Empieza a valorar tus necesidades y deseos y a dejar las de los demás un poco de lado.
- Tómate tu tiempo antes de responder. Quizás en un primer momento dices que “si” por presión pero tienes derecho a cambiar de idea y decir “no” si así lo deseas.
- Práctica todo lo que puedas. Cada vez que te pidan algo que no quieras hacer tan solo di “No”. Al principio vas a sentir emociones de culpa, vergüenza, pero con el tiempo verás como empiezas a encontrarte cada vez más seguro de ti mismo.
- Mantente firme: Si has conseguido decir “No” mantente firme en ello, ya que con mucha probabilidad la otra persona intentará convencerte o manipularte.
Y a ti, ¿Te resulta sencillo?
Natalia Mata
Nº Colegiada: O-02918
Nº Registro sanitario: C.2.2/5814